La clausura del curso anual de patsuezu en Laciana celebra y preserva esta variante asturleonesa única, hablada en la montaña occidental de León y suroccidental asturiana. Una variante que encapsula sus propias características, normas, grafías y que recoge -a través de las palabras- los comportamientos sociales y culturales de una orografía concreta. Es decir, el patsuezu constituye un hecho cultural en sí mismo. Prueba de ello es que en cada uno de los idiomas del mundo no solo basta con saber expresar gramaticalmente o lingüísticamente una determinada oración, sino que debemos tener en cuenta a la hora de expresarla otros aspectos, tales como el propósito de esa conversación. El contexto donde se desarrolla un determinado proceso comunicativo es primordial para no perder el sentido figurado y evitar que se genere un contexto extraño y distante del lugar.
El patsuezu, con sus sonidos y estructuras oriundas de las zonas, es parte del patrimonio lingüístico y el hecho de incluirlo en programas educativos y culturales contribuiría no solo a su rehabilitación, sino a un reconocimiento justo y moral. Por eso en cada edición del curso se busca mantener viva esta tradición mediante talleres y encuentros que inspiran a más personas a aprender y usar este idioma en la vida diaria.
Una variante que atesora un material lingüístico que se ha acumulado durante años en una inmensa producción literaria y divulgativa con autores y autoras como Guadalupe Lorenza, Blanca Berdasco, Emilce Nuñez, Silvia Aller, Manuel Gancedo, Eva González, Melchor Rodríguez Cosmen, Francisco González-Banfi, Julio Álvarez Rubio, Isabel Álvarez o Roberto González Quevedo.
En esta ocasión, y como viene siendo hasta la fecha, la celebración de este curso pudo realizarse a través de la organización de la Asociación de Amigos de Sierra Pambley, representado por su presidenta Lidia de la Villa y la colaboración del Ayuntamiento de Villablino, representado por la Concejala de Cultura Mercedes Fisteus. Ambas representaciones institucionales hicieron entrega de los diplomas a los participantes junto a Roberto González-Quevedo González, profesor, filósofo, antropólogo y lingüista, encargado de impartir las clases en dichos cursos.
“Es un orgullo ver cómo el curso de patsuezu sigue creciendo cada año. Gracias al esfuerzo de los participantes y la dedicación de los instructores, estamos logrando que esta lengua única, que no es leonés, siga viva” puntualizaba Mercedes Fisteus en la entrega de los diplomas con la intención de seguir expandiendo el patsuezu como un parte esencial de nuestra identidad cultural.
Además en estas jornadas, también se tuvo la oportunidad de asistir a la conferencia y la presentación de la reedición de la novela Sangre na braña en el auditorio de la Casa de Cultura de Villablino, enmarcado también en el XXIII Curso de Patsuezu. Dicha novela tiene una gran diversidad de escenarios. Comienza cuando una familia aparece asesinada en una de las cabañas de una braña situada en el corazón de los montes. El investidador principal del caso, Dalgliesh Muxivén, sigue una pista que lo llevará desde Palacios del Sil y Degaña hasta Lieja pasando por Madrid.
En la clausura también se pudo disfrutar de un pinchoteo para que los asistentes pudieran conversar de una manera más distendida y compartir impresiones, propiciando el uso del patsuezu en situaciones cotidianas y fortaleciendo los lazos entre los miembros de esta comunidad lingüística.
Que’ l patsuezu nun yía llionés; nun me faiga usté rire siñora.