Pues resulta que la Historia sí se repite

Este tópico de que la Historia se repite o no es lugar común tanto de barra de bar como de púlpito televisivo, cayendo el sí o el no del lado que así convenga al que argumenta, sin que pueda asegurarse en porcentaje su decante.

‘Dicho esto’ —(¡!)—, añadiré por mi parte que en algún extremo y tocando a la política española tal parece que la Historia sí se está repitiendo si atendemos a cuestiones tales como la agresividad de unos y el rebote de otros, como ocurriera en varias ocasiones y más concretamente en la última, la del 29 de octubre de 1933, que no subió al escenario en el coso de Vistalegre sino en el Teatro de la Comedia de Madrid. Ya ven, dentro de pocos días se cumplirán ochenta y cinco años de nada…

Y como en aquella fecha, unos y otros henchidos de orgullo (los rebotados) y de desprecio (los agresivos) sin darse la más mínima oportunidad al entendimiento, enredando su presente y nuestro futuro entonces y nuestro presente y el futuro de los que nos sucedan, ahora. ¡Lo malo del asunto es que las acciones de ambos nacen en sus convicciones!, lo que hace la solución al conflicto planteado difícil si no imposible, como indivisibles son las verdades que los empujan.

Si avanzamos un poco más en eso de la Historia veremos que la cosa no suele terminar ahí, y que los apoyos de los que apoyan no son visibles en una pequeña parte de los unos y en una gran parte de los otros. Por razones obvias, diría yo: la agresividad templa a los suyos e infunde miedo en los que no lo son, ergo el rebote se contiene hasta que llega su momento, que suele ser cuando la tortilla comienza a alzar el vuelo y tiene visos de caer del otro lado.

¡Hay que ser melón para pasarse las convicciones ajenas por el forro!

¿Acaso no nos basta a cada uno de nosotros disfrutar de nuestro personal universo sin tener que ciscarnos en el de los demás? ¿Por qué hemos de soportar unos y otros el insulto y el desprecio de aquellos con los que no coincidimos? ¿No bastan los acuerdos de convivencia conquistados con tanto esfuerzo, su acatamiento y respeto, para que esa convivencia sea también respetuosa?

Las élites dueñas del cotarro tienen que pensárselo dos veces y empezar a echar el freno antes de que la curva se trague el tren con todos dentro.

Palabras al viento, ya lo sé. Y aunque quiera transmitir con ellas aires de irónica concordia, mi preocupación es profunda, muy profunda.

 

Juan Manuel Martínez Valdueza

14 de octubre de 2018

Print Friendly, PDF & Email