No hay cifras concretas, pero reina la satisfacción en Diputación por el éxito de la XXIV Feria de los Productos de León, celebrada durante todo el puente del Pilar en la plaza de toros de la capital leonesa. Se habla de más de 80.000 visitantes y de un volumen de ventas muy alto, pero incalculable porque ni hay medios ni ganas de medir el resultado del negocio. Hay expositores que han funcionado como un mercadillo y se han hinchado a vender, por ejemplo, tabletas de chocolate o cecina envasada al vacío.
Esta Feria nació, y Matías Llorente lo sabe bien, como una plataforma de impulso a las materias primas y a los ganaderos y agricultores de la provincia. Eran los tiempos del inicio del desarrollo de la industria agroalimentaria, las denominaciones de origen, las indicaciones de garantía, las indicaciones protegidas y toda esa burocracia que certifica la calidad de los alimentos que se comercializan. Una gran parafernalia necesaria. El éxito ha sido rotundo, pero, ojo, que también se puede morir de éxito. Lo dijo en la inauguración el empresario y pionero berciano José Luis Prada A Tope: “Ojo con prostituir” la industria agroalimentaria, “ojo con engañar a los consumidores”, “ojo con hacer la competencia hacia abajo, es decir tirar los precios con tal de vender” y muchos más ojos y advertencias. Prada A Tope lleva muchos años luchando por una idea de calidad. Al principio le tomaban por loco, hoy todos quisieran ser como él. Pero sólo él supo en su día ponerle cuernos a su coche. Y eso es ya irrepetible. A pesar de ello, Prada A Tope es pesimista. No ve futuro en El Bierzo. Y lo confiesa él que tanto ha luchado.
No lo dijo Prada, pero lo pensó. Y lo piensa mucha más gente. Esta Feria hay que repensarla. El próximo año cumple el 25 aniversario y se mudará al complejo de lujo del Palacio de Exposiciones de León. Allí no se puede trasladar la imagen de mercadillo de esta Feria. De decenas de expositores vendiendo al por menor como en el mercado de los sábados de la plaza mayor o de cualquiera de las plazas de los pueblos de la provincia. Hay que profesionalizar la Feria, convertirla de verdad en un escaparate de los productos de León hacia los profesionales, es decir importadores/exportadores, distribuidores, grandes comercializadoras, plataformas, hipermercados, centrales de compras, marchantes y, sobre todo, internacionalizar sus objetivos.
Hay que repensar la Feria como un centro de negocios, de intercambios, de debates, de conferencias, de contactos, investigación, aplicación de las nuevas tecnologías, del marketing, de grandes cocineros, de exploración de mercados, de periodismo especializado, de demostraciones y visitas guiadas, con capacidad de maniobra para las denominaciones de origen y las indicaciones protegidas. Hay que invitar a los agentes que controlan el mercado para que conozcan los vinos prieto picudo o mencía, y la cecina, y el chorizo, los quesos y toda la variedad de dulces. Y, con todo ello, la gastronomía, platos elaborados con la mejor materia prima del mundo. Creamos de verdad en nosotros mismos, como diría Prada A Tope, en nuestros productos, hagamos una promoción al por mayor, no dejemos que las excelentes ventas al por menor empañen el objetivo final. Hay que ir más allá. Hay que ser ambiciosos. Innovadores y con la misma capacidad de riesgo que demostraron quienes hace veinticuatro años acertaron con este invento. Convirtamos esta feria/mercadillo en una gran Feria nacional con proyección internacional.
Ojalá que hoy León gane el merecido título de Capital de la Gastronomía Española 2018 y eso suponga un primer paso para reinventar esta Feria, tan necesaria para el sector primario leonés y para los profesionales de la gastronomía leonesa. Repensemos y demos unas cuentas vueltas a la imaginación. Arriesguemos para mejorar y generar aún mucho más valor añadido.