Mercedes Fisteus (Villablino, 1995) reconoce que todavía le cuesta asimilar que es la ganadora del XXIV Premio de Novela Ateneo Joven de Sevilla gracias a su primera novela, ‘Dentro de dos años’ (Algaida, 20 euros). “Era lo mejor que me podía pasar. Es mucho mejor acceder al mercado literario así que con una autopublicación o con otros medios que te cuestan mucho más y te brindan menos resultados”, reconoce en declaraciones a Ical.
“Cuando envías un manuscrito siempre lo mandas con esperanza. Con la convocatoria de este premio me emocioné porque ya lo conocía por otros autores que lo habían ganado, pero a medida que pasa el tiempo el entusiasmo va decayendo y al final ya estaba pendiente del fallo para poder pensar qué haría después con el texto. Cuando me llamaron el día que menos esperaba me sorprendió muchísimo. Lo había soñado muchas veces pero cuando lo tienes delante te sigue costando asimilarlo”, apostilla.
La escritora lacianiega recalca que la suya es una afición que le viene de lejos. Nacida en un hogar lector, fueron sus padres los que plantaron la semilla de la lectura en una joven que ya con nueve años empezó a hacer sus pinitos literarios, tanto en poesía (escritos estos exclusivamente para ella) como en el relato corto, con los que concurría a los certámenes del colegio (estudió en el CEIP San Miguel) y del instituto (IES Obispo Argüelles), antes de participar en convocatorias de nivel provincial.
Fue así, con el paso de los años, cuando comprendió que necesitaba un género que le brindara “más margen para operar”, y decidió dar el salto a la novela. Interesada desde niña por el papel que ha jugado la mujer a lo largo de la historia y por las mujeres que han destacado por jugar un papel especialmente poderoso, acabó encontrándose en su investigación con la figura de las brujas, un camino que 2inevitablemente” la condujo hasta los juicios de Salem, la caza de brujas más famosa de la historia.
“Cuanto más me inmiscuía en la historia, más convencida estaba de que le podía aportar un aire nuevo que yo no había visto antes en la literatura”, confiesa. Fue así como dio con la figura de Sir William Stoughton, el hombre que ejerció como juez principal en aquel proceso inquisidor. “Yo ya estaba harta de leer desde el punto de vista de las falsas brujas y demás, y de ver otras adaptaciones en esa línea, y me empecé a preguntar qué habría sido de la figura del juez, porque nunca se había abordado el proceso desde su perspectiva. Además, utilizar un personaje masculino, arrepentido y ‘nuevo’ me ayudaba a acercar al lector a este acontecimiento”, relata.
Para recrear ese personaje histórico, la autora se sumergió en un proceso de documentación que la ayudó, fundamentalmente, a ambientar la novela, ya que sobre su protagonista, aunque “sí existían registros de su actividad”, había amplias zonas de niebla que ella, gracias a la ficción, ahora ha completado. Y lo ha hecho con libertad, ya que le convierte en un hombre arrepentido y atormentado, cuando la realidad fue bien diferente.
Cuestionada sobre posibles paralelismos entre el extremismo que se vivía a finales del XVII y el auge de este fenómeno que se está repitiendo en España y en media Europa, Fisteus subraya que en las últimas páginas de la novela se puede entrever que los juicios de Salem fueron en parte fruto de una persecución política, algo que no está muy lejano de “la persecución actual que puede experimentar cualquier persona por el simple hecho de decir algo, que se vea amplificado por internet y por las redes sociales, con esa ola de odio, sobre todo en la política, que estamos viviendo últimamente”.
La concesión de su galardón coincide con la entrega del LI Premio de Novela Ateneo de Sevilla para ‘La última juerga’, la anhelada continuación de las ‘Historias del Kronen’, a cargo del madrileño J.A. Mañas, con quien las próximas semanas está compartiendo gira nacional para presentar ambas novelas. Cuestionada sobre las concomitancias subterráneas entre ambos relatos, conducidos por sendos protagonistas que representan en cierto modo modelos de masculinidad tóxica, explica que mientras ella se ha apoyado en la ficción histórica Mañas se sirve del realismo para crear “una figura masculina que representa poder y atrevimiento, que hace un poco lo que quiere y al final parece que el karma juega un poco con él”.
“Si yo hubiera utilizado el realismo en lugar de la ficción histórica seguramente me hubiera salido un personaje mucho más parecido a Carlos, pero al final nuestros estilos son totalmente diferentes. Yo por ejemplo no utilizo tanto el diálogo como él, que es algo muy característico de Mañas. En esta promoción están jugando mucho con que ambos hemos empezado en la novela a la misma edad aunque tenemos visiones completamente diferentes del mundo”, remata.