Memoria e historia

Pero si a la memoria atendemos ahí tocamos con una de nuestras flaquezas más notorias. Que existan ciudadanos en cunetas y montes es cierto que no se puede consentir. Hay que devolver a las familias los restos de sus seres queridos. Es de ley y es un acto de humanidad al que nadie puede imponerse o crear trabas para que eso no se pueda remediar de una vez.

Ahora bien, también debe tenerse en cuenta de que en todos los bandos hubo víctimas, represalias e injusticias. El utilizar como arma electoral o como elemento de manipulación de la opinión pública cada campaña de rescate arqueológico o cada paso que se da para procurar dejar las heridas bien abiertas y sangrantes es una villanía cobarde, sectaria y manipuladora.

La manida frase de ganar la paz puede aplicarse a todo ese movimiento y entramado político y social que empujó en su momento a aprobar la Ley de Memoria Histórica. Lo triste y lo peligroso es querer formar un organismo, Comisión de Memoria Histórica, como elemento a tamaño y competencia regional inquisitorial. Ojo con alimentar la hidra de varias cabezas. Cuidado con el juego sucio y partidista que se realiza desde entidades y asociaciones poco claras y a donde llegan miles de euros para causas filantrópicas y de ánimo solidario.

Hubo un juez que en el esperpento nacional llegó a solicitar el certificado de defunción de Francisco Franco. Tiene bemoles…

Para ABC