Desacato

 

Si os digo la verdad ya lo tenía meridianamente claro pero las pocas dudas que me podían quedar al respecto fueron disipadas el jueves 16 de marzo: “pa chulos, los españoles”. El escenario dantesco provocado por las descerebradas políticas de un hipotético gobierno populista que se salte a la torera lo dispuesto por la Unión Europea no tendrá que esperar ni quedarse en el ámbito de nuestras peores pesadillas, pudiera ser que nunca lleguemos a perder tanto el norte como para hacerlo posible pero, indirectamente, se empieza a dar algo parecido. Por obra y gracia de los caprichos del trío calavera, PSOE-Ciudadanos-Podemos, nos encontramos en una situación material de desacato frente a una resolución del Tribunal de Justicia Europeo. Me pregunto con qué cara el Sr. Rajoy podrá exigir ahora el cumplimiento de las resoluciones del Tribunal Constitucional al insurrecto gobierno de la Comunidad Autónoma Catalana cuando el propio gobierno del Estado no puede cumplir una resolución judicial. Nos posicionamos entonces como la anomalía europea, los garrulos de siempre, el único país que se deja manipular por un sector de trabajadores señoritos con más derechos que nadie y cuyos privilegios no encajan en las normas de la Unión como es lógico y normal.

Si nos ponemos a analizar los motivos de la situación afloran más anacronismos españoles. El interés común del país nunca está por encima del interés particular o de los caprichos de cada partido. En Europa es muy corriente que los partidos moderados hagan coaliciones para hacer su país gobernable, aquí no, aquí llevamos en la sangre las diferencias viscerales de tiempos pasados y de poco sirve que vivamos otro momento histórico; la altura de miras, el interés nacional no importan, éstos o aquellos son enemigos ancestrales porque sí y punto. En eso tenemos al PSOE, descarnado en luchas intestinas entre los que tratan de mantenerlo como un partido socialdemócrata de gobierno y los que quieren darle la puntilla escorándolo hacia la extrema izquierda y conduciéndolo a su evaporación o hacia su fusión y posterior ninguneo en las filas podemitas (véase Izquierda Unida). El partido que colocó el interés nacional sobre la mesa y decretó por vez primera el estado de alarma cuando otros señoritos, los controladores aéreos, pusieron en jaque  a un país entero vota ahora en contra de la lógica importándole un pito lo que va a pasar. En eso tenemos a Ciudadanos, que persiguiendo castigar al PP por algún posible incumplimiento de su pacto lo hacen en el momento menos oportuno y anteponiendo su pataleta al interés general de los españoles. Y en eso está Podemos, cuyo fin es siempre destrozar el sistema y lo mismo les da la incoherencia, ahora se ponen del lado de la “casta estibadora”, pobrecitos trabajadores con sueldos de ministro que no permiten la entrada de mujeres en sus filas y que heredan el puesto del padre generación tras generación (justo como el Rey, miren ustedes qué curioso, tanto criticar, tanto criticar algunas cosas y luego apoyan cosas peores que las que critican).

Y aquí estamos, con un proyecto del gobierno que se limita a cumplir las resoluciones obligatorias del Tribunal Europeo y no se aprueba porque “pa chulos nosotros”. ¿Para qué van a ir a la huelga los señoritos éstos si tienen al Parlamento a sus pies aplaudiendo sus gracias? ¿Para qué aceptar algo tan “escaso” como una jubilación a los 50 con 3000 pavos de pensión si pueden conseguir lo que les dé la gana visto lo visto? ¿Quién va a pagar todo esto, el PSOE, Ciudadanos, Podemos…PP? Me temo que los españoles y me temo que cuando acabemos de pagar las consecuencias de este desacato empezaremos a pagar los privilegios que mantendrán “los marqueses de la estiba” para dar por concluido el conflicto.

Poco importa que la bromita nos salga por miles de millones, poco importa que las navieras se vayan a los puertos de los países vecinos con el riesgo del no retorno y poco importa que seamos un país de opereta ante los ojos del continente. Lo importante, lo único importante es fastidiar al PP sin importar que el país se vaya a pique sin remisión.

Además de la enemistad visceral e irresponsable entre partidos aquí se mantiene un problema de fondo que surge cada poco tiempo, el derecho de huelga y su regulación adecuada. Si bien el derecho de huelga debe estar presente bien es verdad que nunca debería permitir a un sector perjudicar al usuario de a pie y aún menos paralizar un país entero. Resulta inaudito que ciertos trabajadores tengan ese poder y alcancen privilegios sobre los demás gracias a su capacidad de paralización. Oigan, yo también quiero un sueldo de 3000 € y tres meses de vacaciones y mi vecino y Rita la portera pero como no tenemos la misma capacidad de presión nos toca pringar y pagar las estupideces de los demás.

Luego está el delito de impedir el derecho a la no huelga, sí, sí porque es un delito, así como suena, un delito que se da y que se consiente por norma (que se lo digan a Bódalo, el delincuente que está encarcelado por agredir a una embarazada que no secundaba una huelga); oiga si yo no estoy conforme con los planteamientos de una huelga y no la secundo pues estoy en mi derecho y nadie me tiene que insultar, impedir mi derecho a trabajar o destrozar mis bienes. Habría que hablar mucho del tema, quizá en otra ocasión, porque si nos ponemos a hablar de los sindicatos, de lo que han trincado y de esa “casta” llamada “liberados” tenemos para un rato y llegaríamos la ineludible conclusión que ya no nos representan y están obsoletos.

 

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