El hecho de estar convocados a elecciones generales para el llamado puente de Santiago, algunos lo harán, ha revolucionado la vida de toda una nación. No sólo se vive con cierta zozobra provocada por la provisionalidad desde el Gobierno de España, sino que esa intranquilidad se ha transmitido a la mayoría de los ciudadanos de este país, comenzando por sus organismos más básicos, esto es, los ayuntamientos.
No resueltas todavía las dudas en algunos de los municipios más importantes, como por ejemplo León capital, las diputaciones parece que a cuenta gotas van conformando sus futuras composiciones, aquí de nuevo topamos con la Diputación de León. Para los neófitos, resumir muy apresuradamente que la Unión del Pueblo Leonés es llave en las dos principales instituciones de esa provincia y, aunque todo apunta a que el trueque leonesista, Diputación por Ayuntamiento con el PSOE, está casi hecho, la experiencia demuestra que hasta el último momento nunca se puede dar por zanjado un asunto.
Si en nuestro último artículo ensalzábamos la figura emergente de la presidenta del PP leonés, Ester Muñoz por no haber salido tan mal parada de los comicios locales y ser elegida para la representación principal al Congreso de los Diputados, en esta ocasión parece que las negociaciones con el leonesismo más duro no acaban de aclararse y, para colmo, en el propio seno del PP el alcalde de Almanza y anterior presidente provincial, Javier Vélez, se postula como presidente de Diputación cuando oficialmente el candidato es el alcalde de Carracedelo y presidente comarcal, Raúl Valcarce. Habemus gresca.
Y mientras, el inefable Óscar Puente, a éste sí que había que darle un Óscar, no sabe como ser el centro de atención y se mueve en dirección contraria al secretario regional Tudanca, con quien desde hace tiempo mantiene un pulso de a ver quién es el más guapo que un San Luis en el Psoe de Castilla y León. Eso sí, busca quién le haga el trabajo de figurar porque de fontanería, grifos y demás ya sabe él. O eso se dice a este lado de la meseta. Guerreros también, pero templarios, vuelven a su Castillo en Ponferrada pero con tinte bercianista. Lo de los ismos hasta que no lo asimilemos en un proyecto global común seguirá fagocitando el panorama político y social.