Un año para votar… ¿y botar?

Comenzó el año con un rey mago guapo en Madrid y un oso con el cuello roto desfilando en la cabalgata de Cádiz. La presencia de osos polares en la costa gaditana o en los desiertos de Oriente Próximo debe ser consecuencia del cambio climático, imagino. Y supongo que Isabel Díaz Ayuso, convertida en el personaje político del año 2021, sonreiría ante esas imágenes y mandaría uno de los muchos memes que han circulado al alcalde gaditano, de la rama andaluza independiente de Podemos. Después se pondría a preparar con Miguel Ángel Rodríguez, estratega al mando, su primera campaña electoral de este nuevo año: las elecciones en Castilla y León. Ayudará a poner temperatura en la candidatura del tediosamente templado candidato popular, Alfonso Fernández Mañueco, que está obligado a copiar la campaña de la Comunidad de Madrid contra Sánchez y que ha podido arrancar aprovechando la aparición en escena del siempre acertado y oportuno ministro de Consumo y líder de Izquierda Unida, Alberto Garzón, en este caso dedicado a describir a los lectores –y consumidores– ingleses los males de la ganadería española.

Recuperación: año 2

Así las cosas y con la sexta ola de coronavirus arrasando y sin saber todavía lo que pasará con los efectos de las últimas fiestas y el reinicio del curso escolar, comenzó el año. El de la “recuperación”, segundo intento, si recordamos la denominación gubernamental del año pasado. Es decir, con el personal cruzando los dedos para que esta vez sea verdad. Las previsiones, exceptuando las de la vicepresidenta Calviño, no lo ven. Hay que esperar el dinero europeo (se ruegan oraciones), emplearlo bien a pesar de las sospechas en contrario y el colapso burocrático, terminar de aprobar la nueva reforma laboral y la de las pensiones, la de la vivienda (o más exactamente de los alquileres), las retrasadas de financiación de las comunidades y fiscal, también buscar tema de conversación ya que dicen que quieren reunirse el Gobierno y la Generalitat catalana… y, si queda tiempo, a ver si se les ocurre algo con la factura de la luz, la inflación o, por ejemplo, la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Pero si por fin es como predicen algunos el año I d. C. (después del coronavirus), pasando de pandemia a mera epidemia estacional, ¿cuántas veces escucharemos a Pedro Sánchez decir que hemos vencido al bicho, traducido: él nos ha librado del covid-19?

Todo por el voto

Una larga lista de asuntos pendientes condicionada por la agenda electoral, que va a subordinar cualquier decisión política a las sucesivas campañas. Otra vez estamos en un escenario a dos vueltas –como en 2019– por lo menos. Comienzan las de Castilla y León, seguirán las andaluzas antes del verano, puede que se convoquen las valencianas y todas las demás seguidas en el siguiente año, con las generales en cuanto el presidente del Gobierno vislumbre un hueco favorable. El 13-F se verá la capacidad del dubitativo PP para absorber a Ciudadanos y si eso le deja al borde de la mayoría absoluta o se confirma un Vox recrecido a pesar de su candidato, desconocido, debutante y –para variar– polémico. También estarán temerosos ante otros debutantes, las candidaturas de la España Vaciada. Muchos escaños pueden adjudicarse por un puñado de votos y complicar el reparto. Y si entran los minoritarios habrá unas Cortes de mayoría incierta. Pedro Sánchez, que hará la campaña inversa a la que hizo en Madrid, estará atento al nivel de cabreo del electorado de la España interior. Curioso será ver la actitud de la vicepresidenta Yolanda Díaz, empeñada en un diálogo “maravilloso” con la gente, pero porque le gusta, ya que “no estoy” en ser candidata a la presidencia del Gobierno.

Otro año para cruzar los dedos, para votar… y ya se verá si también para botar a alguien.

 

Ángel M. Alonso Jarrín

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