¿Será preciso matizar o cambiar la definición de lo que es un día?

Seguramente esto de matizar o cambiar la definición de lo que es un día parezca totalmente absurdo. En efecto pocos fenómenos son tan conocidos, tan evidentes y tan indiscutibles como lo que es un día. Es el período de tiempo que trascurre entre dos amaneceres consecutivos o dos atardeceres consecutivos, o si se quiere entre dos pasos consecutivos del Sol por la vertical de un lugar. Esto es así a muchos a muchísimos efectos prácticos. No obstante si queremos afinar un poco mas la puntería se podría decir que un día es el intervalo de tiempo que transcurre entre dos pasos consecutivos del conocido como sol medio (ojo al dato) por la vertical o por el meridiano celeste de un lugar dado. Le llamaremos a lo expuesto definición A.

Este periodo de tiempo es de 24 horas exactas de 60 minutos cada una y como cada minuto tiene 60 segundos podemos concluir que el día es un periodo de tiempo que dura exactamente (24 x 60 x60), 86.400 segundos de los que señalan nuestros relojes de pulsera (suponiendo que anden a la perfección). Esta es la definición B.

Así las cosas podemos decir que el tiempo que transcurre entre dos pasos consecutivos del sol medio por el meridiano celeste de una localidad dada (definición A) es de 86.400 segundos. Ni uno más, ni uno menos. Esta es la duración de un día. Por tanto podemos decir que A = B.

Todo parece “atado y bien atado”… pero siempre queda algún “hilo suelto”. Hace ya bastantes años yo me puse a releer la célebre novela de Julio Verne titulada “La vuelta al  Mundo en 80 días” y al hacerlo creí observar que, al contrario de lo que deduce de esa novela, al viajar  hacia el Este (o al Naciente) dando una vuelta completa al Mundo NO se gana un día como se expone en esa novela.  En consecuencia comencé a comentar el asunto con algunos estudiosos y fue en el transcurso de esos análisis y tras darle, muchas, muchas, muchísimas vueltas llegué a la conclusión de que dando la vuelta al Mundo, sea hacia el Naciente o sea hacia el Poniente, ni se gana ni se pierde un día, siempre y cuando se considere claro está que un día es un periodo de tiempo de 86.400 segundos, ni uno más ni uno menos.

Digo lo de el Poniente porque creo que fue en el transcurso de aquellas “discusiones” cuando vi escrito en alguna parte que cuando Magallanes dio la vuelta al Mundo se dio cuenta de que había ¡¡perdido un día¡¡.También según creo recordar fue en el transcurso de esas discusiones cuando alguien escribió que cómo era posible que Julio Verne estuviese equivocado en lo que es el argumento esencial de su novela y nadie de las sin duda muchísimas personas que desde el siglo XIX han leído la nove se diesen cuenta del error.

La realidad es que ese error solo es tal si consideramos que un día son exactamente 86.400 segundos al margen de que coincida o no con dos pasos consecutivos del solo medio por el meridiano celeste de una localidad. El lector dirá no obstante que ambos conceptos representan el mismo intervalo de tiempo es decir 86.400 segundos. Sin embargo esto sólo es cierto si el paso de esos 86.400 segundos se efectúa o se mide en un punto fijo de la Tierra. Si nos movemos entonces no es cierta la equivalencia A y B. En este caso (medición del tiempo en movimiento) A no es igual a B. Aquí esta “ el quid de la cuestión”. Al movernos hacia el Este o hacia el Oeste los meridianos que tomamos como referencia para el paso del sol medio por el meridiano celeste de una localidad son DISTINTOS y forzosamente el intérvalo de tiempo ha de ser MENOR de 86.400 segundos al avanzar al Naciente y MAYOR al avanzar al PONIENTE. Así pues, si hacemos las cuentas veremos que al avanzar al Este ganamos un día y si avanzamos al Oeste lo perdemos.

Por lo que parece o al menos por lo que yo recuerdo de esa novela de Verne lo que el escritor entiende como día es la definición A, pero SIN especificar que los dos pasos consecutivos del sol medio han de ser registrados o medidos tomando como referencia un mismo meridiano y dejando entrever que el hecho de que se refiera la medida a un mismo meridiano o no es una cuestión que no altera la definición de lo que es un día. Por tanto hay motivos para sugerir o incluso para afirmar que Verne se equivocó y también los hay para decir lo contrario, que acertó.

Quizá lo que procedería es cambiar la definición de día y afirmar que es lo expuesto en el caso A pero matizando o puntualizando que ese lugar dado ha de ser el mismo. También puede decirse que la definición A solo es válida para los casos en los que el observador (el medidor) está fijo en un punto de la Tierra. Si se mueve (caso de la novela de Verne) A ya no es igual a B y por tanto desde este punto de vista Verne se habría equivocado. En definitiva que hay argumentos para decir que se equivocó y también para afirmar que no.

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