Reivindicación leonesa: su contenido, el tiempo y la forma

Consciente de que escribir sobre esta cuestión es meterse en un avispero, no me importa hacerlo y además sin poner sobre la mesa ningún título legitimador que no sea mi remota ascendencia leonesa y mi condición de afincado en estas tierras desde hace poco más de una década. O sea, ninguno.

Y lo hago porque responder con un sí o no a lo que en algunos es ansia y en otros indiferencia, como es la autonomia leonesa fuera del ente Castilla y León, no es posible, al menos para mí y, según tengo contrastado, no solo para mí.

Yendo al fondo, está claro que mi respuesta tiene que –y debe ser– un sí rotundo. Que la Región de León o Reino de León ha llegado hasta nuestros días con entidad propia, descontando los últimos cuarenta años, es indiscutible y, por ende, difícil de entender el apaño –que algunos achacan al exministro Martín Villa, creo que con razón– que incluye sus tres provincias en Castilla León.

Como esto no es un ensayo sino un miniartículo que trata de serlo de clarificación para aquellos que miran sorprendidos esta nueva reivindicación, no profundizaré más en este aspecto, aunque sí resaltar la barrabasada que supuso convertir las dos Castillas (Castilla La Nueva y Castilla La Vieja) en cinco comunidades autónomas (Cantabria, La Rioja, Madrid, Castilla-León y Castilla-La Mancha) cogidas por los pelos para gusto de algunos y disgusto de la mayoría – esto último es “un suponer”–, e incluir en ellas al susodicho Reino de León o Región de León (provincias de León, Zamora y Salamanca), y a la provincia de Albacete.

Por lo tanto, segregar el Reino de León y convertirlo en Comunidad Autónoma, insisto, me parece razonable, correcto, y ya se está tardando mucho.

En cuanto al momento en que se lanza la reivindicación –siendo que esta no es ni mucho menos nueva–, cuando la integridad de España, como tal, está no solo en entredicho sino violentamente cuestionada por otras comunidades o regiones como Cataluña y el País Vasco, sin excluir a otras que siguen el mismo camino es, a mi entender, alimentar el fuego con más gasolina. Es decir, totalmente inoportuna y por lo tanto el que también es incuestionable es mi no.

Y por último, plantear esta reivindicación basándola en reprochar y culpabilizar a otras provincias de la actual comunidad de Castilla León; en imputarles maltrato institucional y el ser responsables de su retraso social, económico y cultural es, cuando menos, generar una confrontación gratuita, ignorando su propia parte alícuota de responsabilidad.

Pero no solo. El hacer de esta reivindicación –por cierto, no nueva como ya he dicho, sino parte sustancial del imaginario de la mayoría de la población leonesa–, una cuestión de partido, del Partido Socialista Obrero Español, la hace más rechazable si cabe. También es incuestionable en este aspecto mi no.

Total, que sí pero no. Esperemos que la inteligencia que se les supone a nuestros políticos haga que con el tiempo esta reivindicación venga avalada por las sonrisas y convicciones y no por el desprecio y el enfrentamiento que, por si todavía alguien no lo sabe, y por muchos manifiestos que los amparen, nunca llegará a nada. Me parece a mí.

 

Juan M. Martínez Valdueza

14 de Enero de 2020

 

 

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