Pijameros

Seguro que muchos no saben que la “noche de los 60 y 70” tuvo en sus primeras ediciones cierta rivalidad. Sí, hubo una disputa sana, casi un lustro, con la denominada “noche pijamera”. De aquella, en plena euforia entre los pubs por ofrecer a los cuantiosos clientes un sin fin de fiestas con azafatas, conciertos, sorteos, karaoke o subastas de objetos paranormales, en el pub K, junto con el grupo Europa, apostaron por los pantalones de campana, las margaritas y la buena música, y les salió a pedir de boca. A la vista está, que en los últimos tiempos la noche del viernes incluso ha superado en ambiente y buen rollo a la del sábado de piñata. Bien.

Esa primera velada en el pub Cómic… Espera, ¿pub cómic? Sí, hombre sí, enfrente del bar la Verja… ¿bar la Verja? Sí, mujer, enfrente del Afilador y cerquita del kiosco Alonso, ¿un kiosco?… Bueno, mejor no sigo por ahí.

Digo, que esa primera noche de los 60, el pub Cómic alentaba a disfrazarse con zapatillas de andar por casa, despeinado con batín, camisón o pijama, e invitaba a todo el que llegara de esa guisa a un chupito avispa: mitad ginebra, mitad vodka. El primer año fuimos media docena, hubo quién llegó con un bacín en la mano. Algo timoratos, hicimos una ronda de cortos y cenamos a pleno confort (el pijama es lo que tiene). Terminada la noche y cerrado el Cómic, los tres que quedamos en pijama hicimos lo que por entonces era normal: tomar la última en el K.

 

7:30 de la mañana: 3 en pijama, 9 de los sesenta.

Aunque Lombi apuntó que la noche había sido un éxito con más de treinta disfrazados (pudo exagerar), creo recordar que le dije: “Ya veremos el año que viene. Voy a mover lo del pijama. Buscaré patrocinio en la plaza Mayor, y no me refiero al ayuntamiento”. A esas horas brotaban las ideas. Y así lo hice, redoblando publicidad y el boca a boca para que en un año ganáramos los pijameros. La gente prometía: “Sí, sí, yo voy”. Pero fallaron como fallan las encuestas a pie de urna. Salimos 9, tres más, uno con gorro y bolsa de agua caliente, otro con un gran despertador. Y a las 7:30 en el K fuimos: 4 en pijama, 36 de los sesenta. Y Lombi, con peluca rubia y argot de la década, dijo: “te lo juro por Snoopy, esto ha sido la repera. Cuatro de Marley, tres Elvis y un Mercury despistado que perdió el bigote”. Gerardo, agarrado a un gin-tonic en la barra, me guiñó un ojo y dijo: “lo bueno es que puedes ir directo a la cama”. Allí que me fui.

En la tercera y cuarta edición nuestro incremento fue nulo, mientras que los sesenteros se multiplicaron como los panes y los peces en no sé qué boda. “C’est fini”, amigos, colguemos dignamente las zapatillas y el pijama”.

Después, con el paso de los años fue aumentando la gloria de esa noche mágica. Pero hay desafíos en los que, inesperadamente, digamos que asoma la justicia divina o poética. No es el caso, sálveme Dios, es anecdótico, bastante tenemos con la situación. Pero mucho me temo, amigo y vecino Lombi, que este 2021 cuando el viernes conectemos con Europa en YouTube, y cuando Tito, Gelo, Gerardo y Juan empiecen a tocar, a pesar de la buena iniciativa de que nos disfracemos en casa, creo que ganaremos los pijameros. Que sea la única vez en nuestras vidas.

César Núñez

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