Pensiones, presiones y previsiones

Normalmente, los políticos como los charlatanes de mercadillo suelen decir lo que saben que quieren escuchar sus potenciales votantes o sus previsibles clientes. Y lo hacen así porque creen que de esta forma pueden conseguir más fácilmente el triunfo en las urnas o el éxito en las ventas. Sin embargo, ocurre, que al cabo de poco tiempo el cliente comprueba, que el crecepelo no era tan milagroso como anunciaba el vendedor o que la promesa política, al final, se ha quedado en eso, en otra promesa incumplida, porque el político prometedor ha comprobado que una cosa es predicar y otra dar trigo.

 

Estos días estamos contemplando como en el tema de las pensiones los políticos de la oposición piden lo imposible, los del Gobierno anuncian consuelos para los más afligidos y las asociaciones y plataformas de pensionistas y jubilados, debidamente enardecidas por las centrales sindicales, ocupan las calles para exteriorizar sus reivindicaciones y para quejarse de sus percepciones, que siguen sin crecer lo suficiente para poder asegurar su poder adquisitivo.

 

Y todo esto está bien porque cada actor tiene que interpretar su papel y justificar su sueldo. Pero desde mi condición de jubilado a mi me gustaría que, además, de algaradas, demagogias y propinas gubernamentales de escasa cuantía,  también  hubiera alguien que planteara la conveniencia de abordar el tema de las pensiones con rigor, con seriedad y con proyección. Porque lo importante, bajo mi punto de vista, no es o  no debiera ser el logro de una subida puntual sino la garantía de pervivencia del sistema para los que ya nos beneficiamos de él y también para quienes lo harán en e futuro.

 

Resulta muy triste escuchar a muchos jóvenes trabajadores que en estos momentos ven más probable  un viaje a Saturno que el cobro de una pensión al término de su vida laboral.

 

Es obvio que a algunos partidos solo les interesa desgastar al Gobierno;  también es claro que el Gobierno quiere neutralizar las movilizaciones que se están registrando en casi todas las capitales españolas con medidas de alcance limitado, en el marco de los próximos Presupuestos Generales del Estado. Y también parece fuera de toda duda que los sindicatos han encontrado en los pensionistas unos buenos colaboradores para calentar la calle y justificar su existencia ante la ausencia de otras `luchas laborales´ de mayor enjundia.

 

Pero los pensionistas y jubilados no deberíamos dejarnos seducir por estos cantos de sirena, exigiendo, como decía líneas arriba, que todo el mundo se ponga las pilas y comience a hablar y a planificar las pensiones donde debe hacerlo, en el marco del Pacto de Toledo, con toda la seriedad, rigor, discreción y responsabilidad que exige el tema y que necesitamos todos aquellos que después de haber trabajado y aportado mucho a la sociedad española tenemos derecho a un presente sin sobresaltos y a un futuro sin incertidumbres.

 

Modestamente, creo que no es mucho pedir. A ver si alguien se anima ahora que parece que la cuestión catalana amaina.

 

Angel María Fidalgo

 

 

 

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