Mientras miramos las nubes

Mientras alzamos la vista al cielo buscando el asteroide que nos ha de exterminar, es muy triste y lamentable ver que en nuestro país existan miles de familias socialmente excluidas, condenadas a una vida marginal, acosadas por la escasez y la precariedad, sin recursos ni redes de solidaridad, y rodeadas por un mundo hostil que las empuja a la delincuencia, la prostitución o el narcotráfico… Cientos de menores, a menudo procedentes de esas familias totalmente desarraigadas, terminan bajo la tutela de instituciones públicas, y resulta realmente alarmante que a veces, más de las quisiéramos creer, muchos de esos menores, particularmente niñas, son arrastradas hacia las mismas redes de narcotráfico, delincuencia y prostitución de las que, supuestamente, la tutela del Estado las debería proteger.

Asombra el silencio y la falta de transparencia cuando esto ocurre, tanto por parte de las instituciones comprometidas como de los propios medios de comunicación, que recientemente nos asustaban con padres cocainómanos que vendían a sus hijas, ocultando que el abuso de menores bajo tutela del Estado revela algo igualmente espantoso, aunque sin la carga emocional con que nos manipula la prensa amarillista.

El reciente caso de las 10 menores “rescatadas” en Madrid, tras la detención de 37 personas relacionadas con el abuso y explotación sexual de estas niñas, casi todas tuteladas por la Comunidad de Madrid, y tuteladas precisamente debido a una situación social y familiar que las hacía “extremadamente vulnerables”, no es un caso único. En Palma de Mallorca se destapó hace tiempo una trama parecida, pero todo se metió rápidamente en un cajón, y ya nadie quiere acordarse de nada. Otro tanto pasó con el caso de “18 lovas” en Tenerife, completamente olvidado, o el de Kote Cabezudo en Donostia que le sigue los pasos… es algo que ocurre en toda la geografía nacional desde hace décadas. No son, ni mucho menos, “casos aislados”, sino que ponen de relieve el entramado de una sociedad profundamente machista, y hacen aparecer a las instituciones sociales como el simple cascarón que encubre y perpetúa un brutal sistema de dominación del hombre sobre la mujer basado en la violencia, no solo física, sino también violencia cultural, pero siempre en perjuicio de las mujeres.

Si consideramos la prostitución como una manifestación de ese poder patriarcal tan arraigado en nuestra sociedad ¿Qué decir de la prostitución de menores tuteladas por el Estado? ¿Hay alguna expresión más brutal del poder patriarcal que ese abuso? Porque, más allá de padres cocainómanos y cosas así… ¿Dónde están los puteros? ¿Quiénes son? ¿Y dónde están y quiénes son los responsables de esas niñas? ¿Quién protege a unos y a otros? ¿Hasta dónde llega la trama?

Cada vez que se dan este tipo de abusos sobre menores y alguien empieza a hacer demasiadas preguntas, empieza también a moverse la tapa de la olla y empezamos a temer lo que pueda haber dentro… entonces alzamos la vista al cielo para mirar las nubes: no hace falta que nos caiga un meteorito, o tal vez sí.

 

 

Plataforma Ciudadana de Astorga por la Igualdad y Contra la Violencia

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