Marcos Cabarcos

Marcos Cabarcos vivió tres años en Afganistán, gracias a una beca de la fundación West Point. Con ese dinero, este toralense de los Vados, que era doctor en historia por la universidad de Santiago de Compostela, trató de escribir la biografía de uno de los líderes afganos más irreductibles y míticos: Gamal Frierad.

¿Quién fue Gamal Frierad? Fue y sigue siendo cabe decir, porque no se tienen noticias de que no continúe en el mundo. Aunque tampoco que confirmen su existencia. En todo caso, Gamal Frierad fue un decisivo dirigente islamista de la remota provincia de Nimruz, al sur del país, tierra de desierto y de olvido, aunque no ajena a los crímenes de guerra y a las atrocidades que definen el abrupto y medieval credo talibán. En el que militó, y suponemos que milita, si sigue vivo, Gamal Frierad. Un hombre que nació en la ciudad de Zaranj, mundo terroso y fronterizo, no muy alejado de los predios más apartados de la vecina Irán. Y que, además de hombre de acción era (y es, acaso) un excelente poeta lírico, lo que multiplicaba su encanto para un historiador sensible.

De joven, Gamal Frierad daba clase de literatura y astronomía en la ciudad de Zaranj hasta que un día de marzo de 2002 desapareció para siempre de la vista de sus paisanos. Aunque no de la ciudad, secreto grande que Marcos Cabarcos, supo gracias a un periodista somalí al que conoció en un café-bar de Berlín cuando hacía el doctorado en Historia de Asia Central. El periodista somalí aquella noche de amor y de alcohol hasta el delirio, le confesó a Marcos Cabarcos lo que no debería de haberle dicho. Y así fue como el berciano, que sabía beber con mucho más tino que el somalí, si bien no era tan fogoso en el arte de la pasión carnal, tomó buena nota de aquel secreto indecible. El que revelaba que Gamal Frierad era el verdadero líder talibán de todo el sur afgano, el frente guerrillero más aislado. El hombre que movía los hilos de todos los atentados, el urdidor de todas las tramas asesinas desde su oculto y cambiante escondite en los desiertos de Zaranj.

¿Qué hizo Marcos Cabarcos al conocer la noticia? Fiel en un principio a Occidente y a la verdad, se puso en contacto con la embajada norteamericana en Berlín, donde fue sometido a muchas pruebas y pesquisas, antes de que el Pentágono diera luz verde a que una fundación paquistaní, que actuaba como tapadera con dinero yanqui, financiara la estancia de Marcos Cabarcos en la siempre peligrosa, y polvorienta ciudad de Zaranj. Eso sí, los americanos le dijeron que tenía que apañárselas él solo y que no podía contar con ninguna escolta o apoyo militar, porque eso sería lo mismo que hacer naufragar un delicado plan de investigación histórica que, a su vez, encubría una arriesgada misión secreta que, a su vez, y dándole la vuelta, también era algo diferente, mezcla de ambos propósitos, pero sin contener plenamente a ambos.

¿Qué averiguó Marcos Cabarcos del misterioso guerrillero? En realidad, casi todo. Pero, que se sepa, no soltó prenda ante sus patrocinadores, a los que engañó repetidas veces, siempre con una habilidad cazurra que él, Marcos, achacaba a su filiación galaicoberciana. En todo caso, lo crucial fue que, a la hora de la verdad, Cabarcos eligió ser fiel al guerrillero debido a la admiración que despertaba en él la prodigiosa aventura humana y militar de Gamal Frierad.

Y con ese secreto se fue Marcos a la tumba, pues, sorprendido en su doble o triple juego por los norteamericanos, fue juzgado sumarísimamente en Kandahar, y ajusticiado con otros reos, todos ellos con nombre y nacionalidad falsa. En aquel momento infausto Marcos Cabarcos se llamaba oficialmente Abdelkader Selmatif para los servicios secretos de Estados Unidos, y era, teóricamente, un enfermero sudanés de ideas muy radicales. Descanse en paz.

CÉSAR GAVELA

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