Y la sonrisa se heló

 

Vaya racha que lleva Herrera, sobre todo en lo concerniente a su amigo, discípulo y ex sucesor Antonio Silván. Se ha convertido en el anti rey Midas.  Persona que Herrera toca la convierte en material de desecho político. O casi.  Vaya semana de pasión. Comenzó el Viernes de Dolores, con una comparecencia urgentísima en la que Silván anunció, eso sí, sin perder la sonrisa, que cede la iniciativa a su compañero, amigo y presidente de la Diputación, Juan Martínez Majo, para que sea éste quien opte a la presidencia del PP leonés, en el congreso que ha de celebrarse en junio. Pues para este viaje no hacían falta tantas alforjas ni invitaciones en el máximo secreto a Valladolid para pedirles unión, unión y unión. Al final, otra, vez Silván ha sido el damnificado. Otra vez la sonrisa helada, con el pie cambiado y en salida en falso.

Y es que, al final, las cuentas  no le han cuadrado. El aparato, es decir el que controlan Fernández y Aznar, estaba por Majo, como mal menor, pero estaban con él. Con el respaldo claro de Mañueco, el gran jefe regional. Y, bueno, los críticos. Se podrá discutir quiénes y cuántos son los críticos y qué razones últimas tienen para ser críticos con Silván, pero el caso es que todos esos críticos pusieron una condición: Si va Silván habrá rearme y guerra; si se opta por Majo, desarme y apoyos. Blanco y en botella. Es decir, Majo. Y paz, pax romana de Mañueco, pero paz. El PP regional no puede permitirse el lujo de abrir varias batallas internas de cara a los congresos populares y menos en León. Ya se verá qué pasa en Valladolid, pero en León había que llegar a un  acuerdo previo. Y que la solución no le salpicase a Mañueco.

Y Silván cedió. ¿A cambio de qué? Queda mucho para un nuevo tiempo electoral, así que a la espera de resucitar como Lázaro no le queda más remedio que refugiarse en la Alcaldía, intentar poner en valor su gestión, recomponer su figura y recobrar peso político para que cuando llegue el día señalado pueda elegir entre seguir siendo alcalde, con probabilidades de éxito, o recomponer su figura a través de la política nacional, es decir, como cartel de unas futura elecciones al Congreso de los Diputados. Eso sí, con el permiso del aún presiente del partido Eduardo Fernández, a quien no le disgustaría seguir sentado otra larga temporada en el Palacio de la Carrera de San Jerónimo.

Estamos en Semana Santa y a Silván le vendrían bien unos ejercicios espirituales de esos que algunos realizan en una celda de un monasterio trapense,  con cilicios, mucha reflexión, lecturas de vidas de santos,  autocrítica, llanto y rechinar de dientes, golpes en el pecho, confesión, propósito de la enmienda, oración y una dura penitencia. Es decir, necesita un milagro.  Una de esas apariciones en las que el dedo divino le dice a uno “Levántate y anda”. Y, bueno, también  escribir mil veces en el encerado del refectorio “No me vuelven a pillar de incauto”. Y de pardillo.

Antes de perder las primarias regionales, Majo era el candidato mejor situado para optar a la Presidencia del PP provincial. Así que, al final, sigue el plan preconcebido. Con los pobres y podridos mimbres que quedan en el PP leonés sólo Majo puede recomponer el cesto, es decir reconstruir la organización desde casi cero y volver a tender puentes con El Bierzo. Tiene a su favor su buena gestión en la Diputación y su abierto talente negociador y dialogante. Una joya en los tiempos que corren. Pero tendrá que pagar los fielatos correspondientes y hacer equipo. ¿Le van a dejar las manos libres? Esa es la clave.

 

 

Print Friendly, PDF & Email