El Carballo se había convertido en el lugar perfecto para romar.
Y es que romar , como así le llamábamos los niños , consistía en tirarse por la ladera de hierba sorteando piedras y tojos con un cartón en el trasero.
Convertido en deporte oficial del pueblo, los niños ascendemos la ladera de vértigo para bajar como las balas hasta casi el arroyo , lugar donde paran algunos cuando la frenada no responde.
El artilugio es sencillo, bastaba un simple cartón , aunque no evitaba pinchazos de piedras y tojos en el culo , y la posibilidad de dirigir o frenar estaba excluida del proyecto.
Pero aquello fue evolucionando, los más espabilados , apañaban alguna tabla por las cuadras , que después de raspar los restos de abono adheridos, se deslizaban como un rayo ladera abajo.
Otros , instalaban en la parte delantera una especie de pedal atravesado , Justo donde van los pies haciendo más cómodo el artilugio, incluso algunos giraban el pedal !!, pero me temo que más que una obra de ingeniería se debía a la holgura de las puntas mal clavadas.
Hasta los hubo de dos plazas , incluso entraban tres si eran pequeños !, eso si , los mayores iban por libre , los más pequeños andábamos en prácticas más apartados de la pista de lanzamiento, para no acabar arrollados .
A romar al Carballo, con esa expresión empezaba la carrera hasta llegar al lugar a las afueras del pueblo!!, un lugar lleno de tanta Magia que aún hoy , salvo por las escobas y vegetación, guarda los dibujos plasmados para siempre en la hierba y en nuestro recuerdo.
( El Carballo es un lugar cercano al pueblo de Molinaferrera, una colina )
Isasy Cadierno