“Es el sector exterior español, estúpido”. Perspectivas para 2019

Parafraseando el eslogan utilizado por Bill Clinton en la campaña electoral de 1.992 contra George Bush, pretendo poner de manifiesto el nudo gordiano de la batalla que la economía española deberá librar en el nuevo escenario que se abre ante nosotros en este año 2.019 que acabamos de estrenar.

Y dicho nudo no es otro que el Sector Exterior. Antes de la Crisis de 2.007, las exportaciones y el turismo contribuían al P.I.B. nacional en un 25%. En 2.018 dicha aportación supone el 34%. Cuando estalla la burbuja inmobiliaria en 2.008, la tasa de variación del P.I.B. se hunde hasta el -3,9% llevándose por el camino casi 4 millones de empleos. La economía española tardaría más de 5 años en recuperar tasas de crecimiento positivas de la Renta Nacional. Y ello fue posible gracias al tirón de las exportaciones y el turismo.

En 2.017, España alcanzó un máximo histórico en sus ventas al resto del mundo. 276.000 millones de € convertirían al sector exterior en el principal motor de crecimiento económico: 17 potencia mundial en la exportación de mercancías y 11 en servicios. Es importante destacar dos factores: el primero, casi 54.000 millones de €, el 20% del total de exportaciones de 2.017, provenían de Cataluña. El segundo: Reino Unido es el destino preferente de las exportaciones españolas (aunque en 2.018 Francia fue el principal cliente debido al Brexit). A buen entendedor, pocas palabras bastan.

En 2.018, España ya NO encabezó el crecimiento de las exportaciones ni ganó cuota de mercado en el comercio mundial. Las exportaciones españolas sufrieron en septiembre de 2.018 su primera caída en ese mes desde 2.012, en plena crisis económica. Podemos decir, por tanto, que la desaceleración económica prevista para 2.019 y 2.020 se explica en gran medida por el frenazo del principal motor económico, aunque no solo por eso. Y ello se debe, sobre todo al menor tirón de la UE como cliente y a la Guerra Comercial entre EE.UU. y China. Y sobre esto vamos a hablar a lo largo del presente artículo.

2.018. CRECEREMOS…PERO A MENOR RITMO

Dos diferencias fundamentales podemos encontrar entre el mundo pre-crisis de 2.007 y la situación de la economía global a cierre de 2.018. La primera es la DEUDA GLOBAL. El mundo debe 182.000 BILLONES DE €, lo que supone un 60% MÁS de lo que debía antes del estallido de la burbuja inmobiliaria. La segunda es que, en este momento, los bancos centrales NO podrán usar la inyección de liquidez que ayudó a suavizar el duro golpe de 2.008. Diez años después, el mundo debe mucho más dinero, y las recetas que solucionaron el problema hace una década no son viables hoy ante un escenario similar. En este contexto, se puede asegurar que en 2.018 el ritmo de expansión de la economía mundial HA ALCANZADO SU MÁXIMO. A partir de ahora y hasta 2.021 la tasa de crecimiento del P.I.B. seguirá siendo positiva pero con incrementos cada vez menores. Se crecerá, pero a menos velocidad. La OCDE estima que del 3,7% alcanzado en 2.018 pasaremos al 3,5% en 2,019.

Como indicó el profesor Rafael Pampillón en su artículo titulado “El Fin de la Fase Expansiva” del día 22 de diciembre de 2.018 en el diario Expansión, estamos ante un cambio de ciclo económico, y eso siempre genera más incertidumbre y riesgos, que lastran consumo privado e inversión empresarial, lo que inevitablemente tiene su correlato en el crecimiento económico. Ahora bien, ¿cuál es el desencadenante de este nuevo escenario global? Sin duda alguna, para responder a esa pregunta, debemos tratar el tema de la Guerra Comercial entre EE.UU y China.

 

GUERRA COMERCIAL EE.UU – CHINA

El gigante asiático y el gigante norteamericano van hacia una confrontación segura, que por ahora está contenida dentro del ámbito de la economía, que no es poco. Sin duda, China pugnará (ya lo está haciendo) durante la primera mitad del S.XXI por la hegemonía mundial contra EE.UU. La elección de Donald Trump como Presidente y las políticas seguidas desde la administración republicana van en la dirección de neutralizar el desafío chino a la prosperidad estadounidense. A dichas actuaciones resumidas en el eslogan “América First” y materializadas en aranceles varios a productos chinos y refuerzo del proteccionismo, se ha unido, aunque de forma autónoma a la política del gobierno y atendiendo a su mandato de controlar la inflación, la subida de tipos de interés de la Fed en diciembre de 2.018 y las anunciadas subidas de tipos para el año 2.019. Todas esas variables nos muestran un panorama caracterizado por lo siguiente:

1.       China ha crecido en 2.018 un 6,5%. La MENOR tasa en los últimos 40 años. El cambio de un modelo productivo basado en la inversión y las exportaciones hacia otro destinado a atender la creciente demanda interna de bienes y servicios implica un crecimiento económico más endeble al no tener dichos patrones de consumo la fuerza necesaria para mantener el crecimiento económico chino. Es por ello, que la anémica tasa de crecimiento china sólo podrá mantenerse si el gobierno de Xi Jinping continúa con una política expansiva y en un entorno de TREGUA CON EE. UU. en la Guerra Comercial. Nada fácil.

2.       ¿Qué implicaciones tiene el cambio de modelo productivo chino? La más inmediata ha sido la REDUCCIÓN DE LAS IMPORTACIONES DE MATERIAS PRIMAS. Si bien es cierto que la reducción de la demanda y su consecuencia inmediata de reducción de precios afecta sobre todo a la economía de América Latina, como principal proveedor de materias primas a China, no debemos olvidar que del total de exportaciones españolas dichos insumos suponen el 16,7%, siendo el sector con más peso, junto con los productos energéticos, del total de ventas de España al resto del mundo, por tanto, a China también.

3.       La política de subida de tipos de interés de la Fed, unida a la solidez del crecimiento económico de EE.UU., la rigidez de su mercado laboral y una inflación acorde al objetivo fijado por ese organismo hace improbable que la Reserva Federal se desvíe de la senda de endurecimiento de tipos que prometió. Esto produce una fuga de capitales desde Asia y Emergentes hacia EE.UU., lo que fortalece a la economía americana por su efecto en la Balanza de Pagos, y a su vez debilita a China.

4.       La debilidad china hemos visto cómo afecta el crecimiento económico global, en general, y a España en particular al ver reducidas sus exportaciones al gigante asiático. Pero la subida de tipos de la Fed tiene otros efectos colaterales, que también son beneficiosos para EE. UU., pero perjudiciales para algunas economías. La subida de tipos afecta mucho a aquellas economías muy endeudadas en dólares, como son Argentina y en general América Latina, pero también a Ucrania, Rusia y Turquía. El mayor coste de la deuda detrae recursos para importar, lo que a su vez es otro factor que actúa como freno en el crecimiento del P.I.B. global.

 

¿Y EUROPA?

La Zona Euro se debilita. A todos los factores antes descritos de ralentización de la economía mundial, y que afectan de lleno a la eurozona, hay que unirles otros problemas serios de ámbito exclusivamente europeo y que van a centrar en 2.019 la mayoría, sino todos, de los esfuerzos de la Unión para lograr revertir la senda de la desaceleración económica. El gráfico siguiente muestra una estimación del Banco Central Europeo de lo que será la evolución de las tasas de crecimiento del P.I.B. de la eurozona en los próximos años:

Pero, ¿cuáles son los problemas endógenos de la zona euro?

·         Incertidumbre política italiana

·         Desacuerdo sobre el papel que la política monetaria del Banco Central Europeo debe jugar en este nuevo escenario

·         Auge de los populismos tanto de derecha como de izquierda y, sobre todo, la creciente desafección entre la ciudadanía de la Unión en el proyecto de integración europeo

·         La incapacidad de avanzar, cuando de no de consensuar, un presupuesto único para la eurozona

·         Incapacidad de avanzar en las reformas estructurales necesarias para crecer, para abordar los problemas de déficit y deuda pública y para regresar a los parámetros adoptados en los Criterios de Convergencia y Estabilidad

·         Retirada de los estímulos y la liquidez del Banco Central Europeo

·         Y sobre todo …  BREXIT

Según Aurelio García del Barrio, Director del MBA con especialización en Finanzas del IEB, aún se necesita un estímulo de gran relevancia en política monetaria toda vez que el crecimiento esperado del P.I.B.  en la UE en 2.019 es del 1,8% mientras que la previsión de inflación para ese mismo año es del 1.7%. Veremos cómo afrontar un estancamiento en términos reales cuando el Banco Central Europeo ha retirado la “barra libre” de liquidez y los desequilibrios macro están, en gran medida, sin corregir en los socios del sur de Europa.

¿Y QUÉ DECIR DE ESPAÑA? TIEMPOS DIFÍCILES Y DE DESACELERACIÓN DEL EMPLEO

Ya hemos visto que el principal freno, aunque no el único, al crecimiento de la economía española, viene de la mano del sector exterior, exportaciones y turismo. Y fundamentalmente de dos fuentes: la caída de la demanda china de materias primas y energía, y el Brexit como principal fuente de distorsión al ser Reino Unido el cliente preferente de las ventas españolas fuera de nuestras fronteras. A todo ello hay que unir las perturbaciones endógenas de la Unión Europea antes señaladas, y otros factores como la pérdida de la demanda de bienes de equipo y productos duraderos, así como los denominados “turistas prestados” que eligieron España en vez de Egipto, Turquía y los países de la ribera sur del Mediterráneo por inestabilidades políticas.

Pero es el sector exterior la principal amenaza, y es aquí donde centraré mi análisis, y lo haré basándome fundamentalmente en datos del Ministerio de Industria. Las amenazas comerciales EE.UU. – China, proteccionismo y populismo en Europa y el impacto del Brexit como destino preferente de las exportaciones españolas son los principales riesgos del entorno internacional. El problema del Brexit es especialmente grave, por la profunda integración de las economías española y británica, especialmente en sectores como la automoción, farmacéutico y químico, representados sobre todo por pequeñas y medianas empresas. La desaceleración de la economía española no puede permitirse un estancamiento de las exportaciones, y esto solo puede afrontarse mediante mejoras en la competitividad y en el tamaño de las PYMES.

La radiografía de las PYMES españolas nos muestra que los principales problemas a los que se enfrentan, además de su escaso número, vienen producidos por su pequeño tamaño. Pero es que la legislación española dificulta el crecimiento de las PYMES. En primer lugar, en el momento en que su plantilla supera los 50 trabajadores están obligadas a constituir un comité de empresa. Rebasar ese umbral de plantilla también implica la obligación de auditar las cuentas si la empresa tiene un activo superior a 2,85 millones de € o una facturación por encima de los 5,7 millones de €. Asimismo, cuando las empresas alcanzan los 6 millones de € de facturación se les aplica una subida del tipo en los pagos fraccionados del Impuesto de Sociedades, que pasa del 18% al 20% de la base imponible.

Así pues, una política destinada a incrementar el tamaño y la competitividad de las empresas, sobre todo las PYMES del sector exterior que ha sido el motor del crecimiento en el último lustro, debería ir encaminada a reducir la presión fiscal y los costes. Pero la situación de déficit, deuda pública y la política del gobierno socialista hacen impensable una reducción de la carga fiscal y del gasto público. A estos problemas estructurales hay que unir el escenario de inestabilidad política en 2.019, donde confluyen las elecciones municipales, gran parte de las autonómicas, las europeas y, muy posiblemente, las generales a Congreso de los Diputados y Senado. Todo ello sin olvidar el problema de Cataluña.

Un programa destinado a reforzar la economía española mediante la potenciación del sector exterior, debería contar con las siguientes palancas de actuación:

·         No incrementar las cotizaciones sociales

·         No incrementar impuestos

·         No incrementar el déficit y gasto público

·         No incrementar el número de pensionistas

·         Incrementar la productividad, sobre todo mediante una política educativa que fomente el esfuerzo

·         No penalizar a las empresas por gastar en I + D

·         No incrementar los precios de la energía, por lo que habría que revisar la política de transición ecológica

·         Fomentar la unidad de mercado

Lamentablemente, se ha optado por tratar de sustituir la aportación del sector exterior al crecimiento del P.I.B. por un incremento del consumo interno, que se ha financiado mediante aumentos del gasto vía impuestos. La subida del salario mínimo hasta los 900€ supondrá un encarecimiento de los costes laborales, sobre todo a las PYMES, que tendrá como colofón, según el Banco de España, la destrucción de 156.000 puestos de trabajo, es decir, 4 de cada diez nuevos empleos previstos para 2.019. Esto, unido a la ralentización ya existente del mercado de trabajo, acabará golpeando al consumo y a la compra de viviendas, lo que a su vez acabará dañando al sector de la construcción y al empleo del mismo. La subida de las pensiones, el estímulo a sectores industriales no viables o poco competitivos tiene como contrapartida que hay financiarlo con impuestos que en gran medida se cargan contra la empresa, por lo que el efecto total para la economía será negativo.

Poner en marcha estas medidas en un entorno de inestabilidad política como el actual, en el que los Presupuestos aún no están aprobados y es elevada la probabilidad de un adelanto electoral, eleva la incertidumbre entre los empresarios y frena las inversiones. Y esta es la verdadera amenaza, porque sus efectos sobre el consumo y el empleo los notaremos bien entrada la próxima década, cuando el crecimiento real del P.I.B. será cercano a cero.

 

 

 

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