El terrón de azúcar

Los ecos de la jornada electoral vivida el pasado domingo no dejan de resonar. Todo lo contrario. Sus consecuencias harán que aún tengan vida durante semanas hasta llegar de algún modo a una forma de Gobierno nacional.

En estas mismas páginas titulábamos como de excesiva confianza la que transmitía el Partido Popular, o al menos sus dirigentes presentes. El famoso «granero popular» había quedado tocado muchos años antes, concretamente cuatro, cuando Juan Vicente Herrera ganó claramente y de nuevo en Castilla y León, pero con el piloto de aviso encendido en la caravana del PP. El sistema implantado desde los tiempos de José María Aznar y terminado de pulir por Juan José Lucas había demostrado ser una máquina de ganar elecciones que, acompañados con un Ejecutivo fiable, brindaron todas las facilidades del mundo a la «era Herreriana».

No por ello restamos mérito a las sucesivas convocatorias electorales regionales que obtuvo Herrera. Pero lo cierto es que el aviso de gobernar en mayoría minoritaria fue claro, y algo se estaba moviendo a nivel nacional durante todos estos años en los que Castilla y León parecía vivir apartado del mundanal ruido, pero no es así.

 

La generación de Aznar todavía controlaba la estructura del PP, de hecho Mariano Rajoy era su sucesor digital nombrado en un telediario de las tres de la tarde pillando a todo el mundo, menos a ellos dos, de sorpresa. Todos sabemos cómo se fue Rajoy, antes de tiempo, sí, pero echado por una extraña combinación de siglas e influencias de la que el «gato de siete vidas», esto es, Pedro Sánchez, salió como un conejo de la chistera con el rango de presidente de Gobierno.

Al PP no le viene bien, se atraganta, con los congresos de sucesión si se dejan los resultados finales al aire. Y hemos pasado en poco tiempo de una elección a presidente regional fraticida y un cambio de líder nacional que bien parecía una jugada de billar americano por la combinación de fuerzas y vectores. A la cara nadie duda de Pablo Casado, pero lo cierto es que su liderazgo se tambalea. Veremos aquí.

En ABC

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