El Síndrome de la Cabaña, consecuencia psicológica del confinamiento

Los profesionales trabajan para reducir los temores y miedos producidos por el aislamiento en pacientes y población en general

“Miedo a enfrentarse y exponerse a un riesgo invisible que genera el virus”. Así define la responsable de Salud Mental del Centro Hospitalario Benito Menni de Hermanas Hospitalarias de Valladolid, Rebeca López, el Síndrome de la Cabaña, otra consecuencia más del coronavirus. El aislamiento es un “arma de doble filo”, dado que el individuo se siente “aliviado al permanecer en un entorno conocido, mientras que interpreta que todo lo que hay fuera de ese tipo de cabaña o casa es peligroso”.

En declaraciones a la Agencia Ical, López afirmó que la situación actual provoca que, tanto los pacientes como los ciudadanos se igualen, para así evitar el “contacto con otras personas, no salir a la calle o ir al supermercado”. Unos aspectos que los pacientes con patologías mentales graves transmitían a los profesionales antes de la crisis de la covid-19, mientras que, a día de hoy, se “está extendiendo a toda la población”, apunta.

A corto plazo, este confinamiento ha sido “muy satisfactorio para todos”, pero a largo y medio plazo es “peligroso al producir deterioros y limitaciones en la autonomía personal”. “Hay personas que no han salido de casa desde el pasado 13 de marzo, motivo por el que es necesario hacer pequeñas aproximaciones a lugares considerados como seguros”.

En general, detalla que las personas tienen un nivel “muy alto de ansiedad”, es decir, “miedo a lo que pueda suceder, lo que implica que se den casos de anticipación continúa, insomnio, temores reales o irreales”, entre otros. Todo este estado de tensión y de vigilancia que provoca la ansiedad “no se puede mantener a largo plazo porque el sistema corporal y mental se agota”, explica.

Autonomía individual

De esta forma, la solución pasa por hacer “pequeñas aproximaciones a diversas situaciones a modo de objetivos cortos”, de la mano de las habituales medidas de seguridad, todo ello con el fin de visualizar que “no ocurre nada malo”, como es el caso de tirar la basura o dar una vuelta a la manzana, para así “conseguir una serie de metas que vuelvan a otorgar autonomía al individuo”

A modo de recomendación, López señaló que se puede ir preparado antes, a partir de la seguridad que otorga una mascarilla o de la compañía de otra persona. En definitiva, se trata de ayudarse de aspectos y entornos que ofrezcan “tranquilidad”, siempre de la mano de la “prudencia consigo mismo, al estar ante una situación de shock delicada, donde la respuesta de ansiedad es muy normal”. Razón por la que recalca que “la reacción del Síndrome de la Cabaña es totalmente normal”, y rehuye de calificarlo como una patología.

Unas soluciones que no son tan fáciles de llevar a cabo en los 35 pacientes con patologías mentales graves del Centro de Rehabilitación Psicosocial (Crps), concertado con la Gerencia Regional de Salud y gestionado por Hermanas Hospitalarias en Valladolid, el cual coordina igualmente Rebeca López. Estas personas se han visto afectadas por el estado de alarma y el cierre de las instalaciones del centro de día, por lo que, el Síndrome de la Cabaña, muy habitual entre ellos, se ha visto afianzado a consecuencia del confinamiento sanitario.

La atención presencial se ha transformado en contactos telefónicos, videollamadas o intervenciones domiciliarias con equipos de emergencia, en casos puntuales. Siempre con el fin de “adaptarse a las necesidades individuales de cada persona”, quien puntualiza que la situación “ha sido más complicada a lo largo del primer mes de parón, a partir de la atención y contención de sus situaciones para que no acudieran a urgencias ni pudieran colapsar el sistema”.

Centro Hospitalario Benito Menni de Hermanas Hospitalarias / Ical

 

Romper el aislamiento

La coordinadora afirmó que se trabaja para programar los pasos a las siguientes fases, a través de la adaptación del plan terapéutico de estas personas a la nueva normalidad. Y es que, hay personas que acudían al centro 20 horas a la semana, por lo que este parón ha producido “un gran perjuicio”. Tal es así que, el 48 por ciento de ellos están en sus casas, según una encuesta elaborada por el propio centro. Por tanto, el único apoyo y la única llamada que reciben procede de los profesionales del área, en un tipo de pacientes que “ya soportaban un nivel de aislamiento muy elevado, el cual supone un factor de riesgo para ellos”, añade.

La mitad de todas estas personas “no cuenta con nadie, donde su red primaria familiar ha desaparecido”. Asegura que, durante este tiempo, se ha producido un intento de suicidio y un ingreso, aunque, gracias a este soporte, el resto de los 35 atendidos se han sostenido. No obstante, puntualiza que el problema está por llegar, dado que muchos de ellos “no quieren salir de sus casas, al partir de una situación de aislamiento muy parecida al actual confinamiento”. El inconveniente se plantea cuando se formule a cada uno la vuelta a la normalidad, por lo que entrará en juego “la negociación, ante las posibles dudas, miedos o temores, como el resto de los ciudadanos”, apostilló.

“Están muy cómodos en esa sensación de aislamiento, pero, en sus casos, provoca el incremento de más síntomas, probabilidades de descompensación, alucinaciones o el comienzo con ideas delirantes”, argumentó López, quien recalcó que “le da miedo lo que pueda ocurrir a partir de ahora, con secuelas a medio o largo plazo”. “Muchos han vuelto a estar muy cómodos en esa soledad y romper todo eso va a ser muy complicado”.

La labor fundamental con este tipo de pacientes no se ha limitado a esta atención, dado que el Centro Hospitalario Benito Menni de Valladolid ha funcionado a pleno rendimiento, al incorporarse la especialización pública. El centro, con una unidad de convalecencia psiquiátrica concertada, ha servido de apoyo y ha asumido pacientes de los dos hospitales públicos vallisoletanos, debido al desmantelamiento de las plantas de estas áreas para ser ocupadas por pacientes positivos por covid-19. Hasta el punto que la plana del Hospital Clínico se trasladó de manera íntegra a las instalaciones privadas hasta el pasado 8 de mayo, que regresó la normalidad, aseveró.

Atención en Palencia

Además del hospital de Valladolid, la organización también dispone de instalaciones en la capital palentina, donde la atención se han mantenido durante la situación actual. La psicóloga clínica del Centro Sociosanitario Hermanas Hospitalarias de Palencia, Nuria Miguel, detalló que atiende a más de 100 pacientes, subdivididos en las unidades de corta (agudos), media (rehabilitación) y larga estancia (crónicos).

Respecto a un posible empeoramiento de los residentes, apuntó que están haciendo un “gran esfuerzo” por parte de todos, tanto residentes como profesionales y, en general, se puede hablar de “estabilidad clínica”. Ahora bien, el confinamiento” va pesando, igual que pesa en la población general, donde el contacto con las familias ha pasado a ser únicamente telefónico o por videoconferencia y la rutina habitual se ha visto afectada”.

Para ello, se trabaja a través de equipos multidisciplinares formados por psiquiatras, psicólogas clínicas, trabajadora social, terapeuta ocupacional, enfermeras y auxiliares. La idea es centrarse en la salud entendida como “concepto amplio y que implica todas las áreas de la persona y no solo en la enfermedad”.

Miguel aseguró que se han agravado más las patologías en las que existe un alto grado de rigidez, al verse afectadas las rutinas habituales, con problemas relacionados con la ansiedad donde el núcleo central es el miedo al contagio. A todo esto se suman los estados de depresión en los que la falta de actividad y de contacto social “retroalimentan el bajo estado de ánimo”.

Miedos comunes

La psicóloga clínica del centro explicó que el temor más común de las personas que experimentan síntomas de ansiedad o miedo al salir a la calle son debidos a la “posibilidad de contagiarse o contagiar a la familia”. Tal es así que, en un sondeo realizado por la Universidad Europea, el 70 por ciento de un total de 16.000 personas residentes en varias regiones españolas presentan miedo a contagiarse y, a mayores, la mitad de la muestra global acusa ansiedad o temor a salir de casa.

En línea con este estudio, Nuria Miguel no es capaz de cuantificar un porcentaje en relación a los residentes, pero estimó que la cifra de dicho sondeo “sería demasiado alto”. Como soluciones a esta problemática, la parte fundamenta para superar los miedos radica en conseguir “una expectativa de capacidad para afrontar aquello que da miedo”. “Esto es así en población con y sin patologías de salud mental previa”.

De esta forma, y dependiendo de cada caso individual, el tratamiento se trabajará de una manera o de otra, por lo que se necesitarán diferentes ayudas o apoyos, apostilló. En general, una de las formas “más eficaces para conseguir resultados positivos es enfrentarse de forma graduada a aquello que genera miedo”, concluyó.

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