El grupo de investigación PROePLA, de la Escuela Politécnica Superior de Ingeniería (EPSE) del Campus de Lugo de la Universidad de Santiago, acaba de completar un trabajo de mapeo de los 301 espacios incluidos en la Red Natura 2000 de toda la Cornisa Cantábrica, en función de variables ambientales, sociales y económicas como el envejecimiento, la densidad de población, la contaminación del suelo, la incidencia de los incendios forestales o la proximidad a hospitales o escuelas. Esta caracterización supone una herramienta para conocer en profundidad el territorio y diseñar políticas de futuro para entornos de especial interés ecológico en las comunidades autónomas de Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco, Navarra y también en las provincias de León, Palencia y Burgos, en Castilla y León. Así, se han elaborado atlas detallados de cada variable, hasta lograr 6.000 mapas de las zonas de Red Natura 2000 de todo el tercio norte peninsular.
Un equipo liderado por el catedrático de la EPSE Manuel Marey ha llevado adelante esta iniciativa en el marco del proyecto Mixturando, que desarrolla nuevas estrategias de valorización del bosque mixto atlántico en espacios protegidos de Galicia y Asturias. Mixturando es un proyecto en el que el Grupo de Proyectos y Planificación (PROePLA) tiene como socios al GDR ourensano de Limia-Arnoia, al pontevedrés Terra e Auga y al asturiano Camín Real de la Mesa. Mixturando cuenta con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), financiado por la Unión Europea – NextGenerationEU.
Según apuntan desde PROePLA, los indicadores seleccionados se clasifican como sociales, ambientales y económicos, aunque las fronteras entre ellos son “difusas”, ya que la densidad de población, por ejemplo, tiene implicaciones tanto sociales como económicas, mientras que los incendios forestales afectan a todas las dimensiones. “La idea es que, al cruzar todos estos indicadores, se pueda obtener una caracterización del territorio que permita conocer su estado y su resiliencia”, explican. En este sentido, la cartografía de estos espacios, que en algunos casos llega a tener un 1 kilómetro cuadrado de resolución, permite una caracterización muy detallada de los territorios y sirve de complemento a la información de los planes de gestión y conservación de cada espacio.
En ella se analizan variables como el índice de sobreenvejecimiento, la densidad de población, el índice de feminidad, la ratio de personas empleadas sobre la población potencialmente activa o el porcentaje de población inmigrante. Asimismo, se estudian aspectos menos habituales, como la accesibilidad por carretera a centros de enseñanza primaria y a hospitales, la superficie de cultivos declarada en las ayudas de la Política Agraria Común europea (PAC) o el número de beneficiarios de estas subvenciones. La afección por especies de flora y fauna invasoras y el potencial del suelo para la biodiversidad son otros de los parámetros caracterizados, al igual que la concentración de mercurio, arsénico y cadmio en los suelos.
También se tuvieron en cuenta la cantidad actual y la estimación a 20 años del carbono orgánico en el suelo, así como el número de incendios forestales entre 2000 y 2025 y la superficie quemada en ese mismo período, factores que afectan a la salud de los ecosistemas y la degradación de los suelos.
