El análisis racional y científico de la historia (y II)

El análisis de la Historia ha de ser objetivo para que sea real. Sin embargo el análisis en cuestión exige siempre una interpretación. Si nos limitamos a recoger sin mas datos de los archivos y tomar nota de ellos lograremos hacer una magnífica colección de apuntes, pero nada más. El historiador debe ir un poco más allá y llegar a conclusiones lógicas y razonables a partir de los documentos y otros elementos de juicio concretos. El problema es que en la interpretación, es donde la objetividad puede dar paso a la subjetividad y falsear en mayor o menor medida la verdad. Veamos un ejemplo.

El célebre Catastro de Ensenada (que proporciona abundantes datos numéricos); puede servir para hacer una clasificación razonada de la importancia de las poblaciones reflejadas en el mismo. Es una labor que hice yo hace tiempo con un conjunto de poblaciones de El Bierzo del entorno de Bembibre y Castropodame. Yo traté de ser objetivo aprovechando precisamente el hecho de que en dicho Catastro, (mitad siglo XVIII), hay datos numéricos concretos (vecinos, edificaciones, ocupaciones,…..);pero soy consciente de que este análisis se podría ampliar mucho más (al resto de poblaciones de El Bierzo) y que aún analizando justamente las mismas poblaciones otro investigador puede llegar a conclusiones más o menos diferentes a las mías.

En mi opinión el análisis de la Historia, si se hace correctamente; nos permite acercarnos cada vez más al conocimiento de la realidad; pero nunca hasta un punto en el que ya no pueda añadirse nada más porque todo es conocido. Esto el único que puede hacerlo es el ente que según la religión es Dios. Siempre al final acabamos topándonos con el concepto de Dios. Para los humanos ello no parece posible por varios motivos.

 

LA SUBJETIVIDAD

Los humanos no somos máquinas. Tenemos sentimientos, aficiones, descuidos, despistes y otras limitaciones que a menudo nos llevan a ver la realidad de un modo diferente a como realmente es. Esta circunstancia se pone de manifiesto en múltiples circunstancias que van desde algo tan trivial como una jugada de un partido de fútbol intrascendente, hasta algo mucho más serio como una gran guerra. Recuerdo como hace años había un programa (muy popular) de televisión en el que se analizaban filmaciones de jugadas de fútbol polémicas. El análisis se hacía visionando una y otra vez la misma jugada y por varios analistas. A menudo estos no se ponían de acuerdo en lo que veían. Hay personas (unas más que otras) que de modo inconsciente o semi-inconsciente se autoengañan porque por ejemplo y de entrada dejan de leer aquellos periódicos que difunden puntos de vista con los que el lector no está de acuerdo. Los rechazan porque en su fuero interno ya han fijado de antemano, que tal o cual medio de comunicación “no dice la verdad”. Es una forma como digo de autoegaño.

Las máquinas en este aspecto son más “sensatas” que los humanos. Una cámara de fotos por ejemplo no siente ni simpatía, ni antipatía por las imágenes que capta (muy al contrario que un pintor) y somos los humanos quienes cuando no nos gusta lo que ese ser inanimado que es la cámara fotográfica capta; decimos frases tales como “salí mal en la foto” o expresiones semejantes. Es cierto no obstante que las máquinas también tienen limitaciones y fallos pero al no tener sentimientos ni otras “taras” propias de los humanos, están más capacitadas que nosotros para admitir cual es la verdad. En cualquier caso para determinar el rigor de un estudio o de una información, hay siempre que recurrir a métodos de análisis cuantitativos es decir matemáticos (grados de temperatura, segundos de tiempo, kilos de peso, metros de una distancia,…….). Por otra parte está el hecho de una misma realidad, (un paisaje por ejemplo); se puede percibir de diferentes modos o desde diferentes puntos de vista. Es como si la realidad tuviese diferentes caras todas -en principio- igual de reales. Un modo de ser objetivo es evidentemente aportando argumentos matemáticos; sin embargo ello no es siempre fácil.

DIFICIL CUANTIFICACION

La cuantificación de la realidad es compleja. Hay situaciones y realidades que se pueden medir, pesar o contar (la longitud de una carretera por ejemplo); pero otras que ya no tanto (las emociones, los sentimientos, la belleza,….). Aquí ya tenemos un obstáculo para conocer la realidad. Por otra parte, cuando intentamos cuantificar nuestro entorno y reducirlo a una relación de números, nos encontramos siempre con dificultades más o menos serias para lograrlo. Una primera inspección de una viña por ejemplo, nos permite saber si tiene o no fruto y poco más. Si vamos hilera por hilera de cepas recorriéndola y anotando lo que vemos nuestro conocimiento de la cosecha será mayor. Si lo hacemos anotando lo que vemos en cada cepa dentro de cada hilera; nos aproximaremos más. Si tratamos de medir el volumen de cada racimo; mejor aún,……. Después está el asunto de cuantificar no sólo el volumen de uvas, si no la calidad del vino y otros varios parámetros.

Como sabe cualquier estudiante de física cuando realizamos cualquier tipo de medición, siempre cometemos errores de mayor o menor cuantía; errores eso si que son tolerables o admisibles en muchos casos, pero en otros no. Surge así el problema de la precisión y el rigor de nuestras observaciones. En definitiva, que aquello de “no todo es lo que aparenta ser”; es una realidad que se aplica al presente y con mucha mayor razón al pasado. Por ello nada tiene de extraño que un mismo suceso admita diversas interpretaciones.

 

LA IMPORTANCIA DEL ASUNTO

Todo lo que acabo de decir puede parecer una divagación filosófica o como se le quiera llamar que para nada sirve. No estoy de acuerdo con esta afirmación. Yo pienso que sirve y mucho. Día tras día observamos por ejemplo como los políticos que son quienes en definitiva pueden influir con sus decisiones en nuestra vida cotidiana; se apoyan en la Historia para tomar algunas de sus decisiones. Algunas son importantes, otras no tanto (cambiar el nombre de las calles por ejemplo); pero todas tomando como apoyo o justificación hechos históricos. La Historia es la Maestra de la Vida se dice y creo que es cierto; pero si la historia que conocemos no es objetiva, es decir ajustada a la verdad (y me temo que en muchos casos nunca la conozcamos totalmente ajustada a la verdad);las enseñanzas de la Historia serán equivocadas y erróneas las decisiones que se tomen apoyándose en la Historia.

Para minimizar (eliminar quizá sea imposible) esos errores la mejor manera es cuantificar la Historia de modo que se reduzca en definitiva a largas secuencias de números; porque lo que si es una verdad absoluta aquí y en cualquier parte del Universo y en cualquier tiempo pasado o futuro es por ejemplo que 3 no es lo mismo que 2. Aquí no hay subjetividad que valga es una realidad absoluta e inmutable por toda la Eternidad. Las matemáticas en este aspecto parecen ser un claro reflejo de lo que la Religión dice que es Dios; un Ente inmutable y omnipresente. Una vez más volvemos a encontrarnos con la idea de Dios.

Termino pues con la imagen de un personaje histórico, tomada de la Red (sobreleyendas.com/Javier Gómez) y muy conocido: Napoleón Bonaparte, un héroe para muchos (sobre todo los franceses); pero para otros un tirano que ensangrentó Europa. Creo que por mucho que se discuta sobre este personaje nunca se llegará a un consenso.

Madrid, 31 de marzo de 2.017

Rogelio Meléndez Tercero

 

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