Acabemos con esta temporada antes de que acabe con nosotros

Por fin termina el curso 20-21… o haremos que acabe como sea. Los que puedan largándose de vacaciones, los demás haciendo un simulacro, por ejemplo poniendo un decorado de palmeras en la bañera si no da para más. Nadie quiere saber nada de nuevas variantes del coronavirus ni de la subida otra vez de la incidencia acumulada. Como no se vacune a los que se creen inmunes no habrá tregua. Pero las únicas olas de las que se quiere hablar son las de la playa y, a ser posible, la que se merezca la selección en la Eurocopa. Y en esto no tiene nada que ver Iván Redondo ni su intérprete y jefe, Pedro Sánchez. Pero eso que llevan ganado: a pesar de que nadie les crea, todos están de acuerdo en hacer lo que ellos desean. Hasta con los indultos, para cabreo de Pablo Casado.

El reparto de Sánchez

Pedro Sánchez se va a pasar este tiempo haciendo listas. Primero si cambia o no de Gobierno –la gran serpiente de verano– y después, en las vacaciones, pensando en quién quiere poner en la dirección del partido en el congreso de octubre. Será el equipo encargado de movilizar al electorado socialista para sacarlo del atolondramiento actual. Un día creen que están hundidos, otro que no hay quien sume más que ellos; piensan que son la izquierda y al rato que son los centrados o que no le van a dejar pasar una a los independentistas irredentos aunque también hay que hacerse amigos de ERC. Se levantan convencidos de que van a subir las pensiones y se acuestan escuchando al ministro que se las van a bajar a los más de diez millones de próximos pensionistas. ¿Y el recibo de la luz, sube o baja por decisión del Gobierno?

Claro que Sánchez tendrá tiempo en Doñana para ir haciendo montoncitos –montonazos– de billetes con los fondos de la Unión Europea, y a cada paquete ir poniéndole el nombre del destinatario. Para abrir boca, 9.000 millones de euros ya este verano, otros 10.000 en Navidades, menudo Gordo. En total, unos 70.000 millones antes de las próximas elecciones. Dos años y medio repartiendo pasta y tratando que la inflación y la expansión de la variante delta –y las que vengan– del insistente coronavirus no agüen la fiesta. En paralelo habrá que ir haciendo otras cuentas, las de los presupuestos, ¿con otra subida del salario mínimo, o de impuestos?

A su izquierda, Ione Belarra, Íñigo Errejón, Teresa Rodríguez y demás líderes de las mil izquierdas verdaderas tendrán que pensar mirando el mar desde el chiringuito si se alían o cada uno va por su lado. Y si los restos de las Mareas gallegas, los Comunes catalanes, los Adelante Andalucía y los Compromís valencianos aceptan como compañero madrileño a Podemos o a Más País. La última batalla entre Iglesias, en las sombras, y Errejón.

Buscando sitio

Y mientras tanto Santiago Abascal removiendo los tribunales y las calles y Pablo Casado intentando encontrar de una vez el tono. También tiene que pensar qué PP presenta en la convención que prepara para el regreso de vacaciones: en las mismas fechas y lugar –Valencia– que el congreso socialista. Le servirá de algo lo que decidan antes en su particular congreso los cuatro que quedan en Ciudadanos.

No hay que olvidarse de los independentistas catalanes. Tienen este tiempo de anhelada desconexión general para maquinar si nos siguen amargando la existencia a todos o solo entre ellos, si incordian un poco más a Sánchez o se dejan querer.

Feliz verano sin mascarilla… y a ser posible sin contagio.

 

 

Ángel M. Alonso Jarrín

@AngelM_ALONSO

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