A propósito de la concentración parcelaria

En este caluroso mes de agosto del año 2018, se está procediendo en el Municipio de Castropodame a la realización de una serie de trámites tendentes a dar por finalizado un proceso de concentración parcelaria iniciado hace ya varios años. Como es de sobra conocido, lo que se pretende es que las diminutas y tradicionales fincas rústicas den paso a otras que sean de mayor extensión y estén dotadas de mejores accesos y otras características que suponen una mejora del terreno agrícola.

A la vista de ello he podido observar una serie de problemas a los que se enfrentan los propietarios de las fincas y que todos ellos tienen relación con lo que se conoce como la Agrimensura, es decir la parte de la Geometría que se ocupa de medir correctamente fincas de uso agrícola. Pues bien con la esperanza de que sirva a alguno de los propietarios del Municipio de Castropodame he decido redactar este artículo.

PLANO Y FOTOGRAFIA

Aunque para un ingeniero agrícola, un topógrafo o un técnico similar es relativamente sencillo localizar sobre el terreno una finca situada sobre un plano; para muchos propietarios este es un serio problema. La tecnología actual (SIGPAC, PNOA, “Google Maps”) a menudo utiliza para representar el terreno imágenes fotográficas (en blanco y negro) que vienen a ser las herederas de las viejas fotografías aéreas de los años 50 del siglo pasado que sirvieron para realizar los catastros de aquella época. Hoy sin embargo las fincas se hallan en un estado de abandono tal que resulta muchísimo más difícil, (incluso utilizando modernas fotografías en color) buscarlas sobre el terreno. Si en vez de utilizar imágenes fotográficas más o menos recientes en las que se ven senderos, diminutas casetas  de labranza, árboles, fuentes, paredes, postes de las redes eléctricas e incluso hileras de cepas de las viñas; se utilizan planos digamos convencionales en los que aparecen caminos (no todos) y otros pocos elementos más es de suponer que una gran parte de los propietarios tengan graves problemas para localizar sus parcelas cometiendo errores que fácilmente pueden superar los cien metros en longitud.

Esta carencia se puede paliar en gran medida, si las parcelas o las fincas adjudicadas se dibujan sobre modernas fotografías (ortofotos) que técnicamente son mucho más perfectas que las fotografías de los años 50 del siglo pasado. Dibujar sobre modernas fotografías fincas tomadas de los planos, es sin embargo una labor que muchos técnicos son capaces de hacer con un esfuerzo relativamente pequeño. La imagen de este artículo es un ejemplo. He comprobado que aún así no desaparecen (para el labrador corriente) todas las dificultades, pero combinando la información de los planos se pueden lograr datos que dejarían sorprendido a más de uno. Se puede por ejemplo, conocer con exactitud suficiente a ciertos efectos las medidas de todos y cada uno de los lados de una finca y por ello su superficie. También se puede conocer con  precisión aceptable, la distancia que hay por ejemplo desde un cruce de caminos a la esquina de una finca. En una palabra que es como si por medio de un procedimiento “mágico” pudiésemos medir con gran rigor una finca que se halla a cientos de kilómetros de donde la observamos sobre la pantalla de un ordenador.

PRECISION

He citado la palabra precisión y a este concepto es necesario referirse. Es bien sabido que hace siglos las fincas se medían a ojo y punto. Su extensión se estimaba por ejemplo en función de la cuantía (cuartales) de semilla necesaria para “su perfecta fructificación”. Mas recientemente (nuestros padres y abuelos) se acudió ya a planos parcelarios que no obstante también tenían sus carencias.

En la actualidad se acude a planos más rigurosos y a escala adecuada. Los planos de la concentración parcelaria en Castropodame, se exponen al público en papel impresos a escala 1:3.000. Esto supone que un milímetro de papel son en el terreno 3 metros. Por ello si queremos saber la fachada de una finca midiendo sobre estos planos es bastante fácil cometer un error de un metro. En realidad y dado que a simple vista una distancia de 0,2 milímetros en un plano ya se percibe como un punto, la apreciación máxima en el mejor de los casos es de 60 centímetros. Esto implica que midiendo sobre el plano se puede cometer muy fácilmente un error de un metro en la medida de un lado cualquiera de una parcela.

Como la picaresca nunca acaba de extinguirse, no es descabellado suponer que alguien pueda aprovechar esta indeterminación de los planos para mover ligeramente los mojones que delimitan las fincas una vez que hayan sido colocados por el organismo competente. Esta puede ser una operación peligrosa porque seguramente ese organismo competente (Junta de Castilla y León en este caso), defina a las esquinas de cada finca utilizando un sistema de coordenadas, es decir mediante expresiones numéricas. Por este procedimiento el margen de indeterminación como máximo quizá sólo sea de 10 centímetros, lo que supondría que si algún pícaro intenta hacer alguna sutil trampa, se pueda encontrar con alguna sorpresa.

Madrid, 2 de agosto de 2018

                        Rogelio Meléndez Tercero

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